Puedo soltarme
rumbo a las estrellas
y ver mis sueños caer en el asfalto
sin llorar por ellos.
Derramo una lágrima
por la hoja caída
que yace en el sendero, amarillenta,
reclamándome en sus huellas
un paseo otoñal, en soledad.
¡Céfiro! Has soplado un sueño
como nube de ideas en fuga
más allá de mis pasos.
Yo soy la baldosa oscura
señalada en tu dirección
por la nube pasajera.
Su paso me encantó
en este invierno solitario,
y no sé si caminar
o alcanzarla como pueda.
Voy por las calles,
parte de mí
despertando y durmiendo
soñando paso a paso.
Pero mañana caminaré,
y mi sombra danzante
en alguna estrella,
habrá de esperarme.
(escrito original año 2002)
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